Le daba igual
absolutamente todo. El vino cayó sobre la sabana, al igual que la ceniza. Fumar
en la habitación en los tiempos que corren, es poco menos que una declaración
de intenciones.
Nada planificado,
todo es bienvenido. La única norma: hacer de la apatía el cadáver que ocultar
en el maletero del Camaro.
Pronto podrá abrir
vía.
Se revisa los puntos
de sutura. La herida se ha cerrado antes de lo que hubiera imaginado. Haber renunciado
a la morfina también le ha sentado mejor
de lo que pensaba.
La vida no está tan
mal cuando se vive “a pelo”, se dice...
Te liberas de tanta
ostia, de tanta tontería, de tanta gilipollez: Desde luego, se alegra haber
perdido pocos meses trazando un plan. Ha empleado un tiempo valioso drogándose,
esperando que la adicción hiciera que
sus visiones se tornaran realidad. Pero no ha sucedido. En realidad en ningún
momento estuvo cerca de suceder.
Aun así, cree que la
etapa de toxicómano no estuvo tan mal. Incluso diría que es necesaria, si uno
consigue salir de ella. Necesaria para ver la mierda con la que te puedes llegar
a obsesionar.
Después de eso, te alegras de estar vivo, claro, pero más que eso, te felicitas por poder
elegir lo que realmente te conviene.
Buscas paz, poca complicación, buenas compañías y te cansas de papanatas vende
motos, farsantes, frustrados y cobardes.
Ser medio maricón no
está tan mal.
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