Monday, October 13, 2014

Desde el vértigo de la decisión


Este dolor que se ancla y no se va. Nunca antes lo había sentido. Aún sin música lo puedo reconocer. Puedo recordar muchas cosas, muchísimas de las que compartimos cuando estábamos juntos. Y ahora que todo es tan reciente, siento la necesidad de inmortalizarlas una a una, lleno de tristeza.

Por ejemplo, cuando fuimos al teatro, nuestra última aventura, allí en el lliure de gracia, la botella de cava que bebimos después, o el restaurante argentino al que fuimos antes. Las salidas con Carla y Juju reventando la madrugada, tú abrazándome fuerte, haciéndome saber que siempre ibas a estar ahí. Las promesas que me hiciste. No dudé en ningún momento de que no fueras capaz de cumplirlas. Las plantas… cada vez que veías una en un escaparate te detenías valorando si quedaría bien o no en mi, nuestra, terraza. Recuerdo muchas cosas que no tienen demasiada importancia. Los momentos en el sofá, fumando maría. O tú liándote los porros detrás de la barra, sigilosa. También otros momentos mucho más elaborados y realmente especiales. Como el día de mi cumpleaños, cuando me regalaste todas aquellas cosas. Todas, absolutamente todas, hablaban de mí. El dibujo que me hiciste se me sigue clavando en el corazón cada vez que lo veo o lo pienso. Toda esa ilusión y talento colocados en un papel del tamaño de un LP. Cuando cantabas, lo bien que lo hacías y cuánto te costaba siempre que te lo pedía. Cuando saltabas encima de mí o me pedías besos, cuando cocinabas para mí o íbamos a cenar y estudiabas detenidamente todas las cartas de los restoráns. O cuando íbamos al cine, o cuando te quebajas de esto y de aquello con tu gracia natural. Yo siempre quise quererte. Lo juro. Siempre quise quererte muchísimo, y el cariño que siento ahora mismo es mayor de lo que nunca hubiera imaginado. No puedo imaginar no volver a saber más de ti. Pero entiendo que no tenga derecho a destruir tu letargo, tu voluntaria desaparición, si no es para recuperarte y volverte a colocar allí donde estabas. Debo esperar aunque a mi también me reviente por dentro. Me siento exhausto y vacío. Ayer lloré como un gilipollas en la cama. Lloré, y sollocé, me sorprendí  gimiendo como un mariconazo, con la nariz llena de mocos, aparentando mi cara contra la almohada y pidiéndote perdón, diciendote que lo sentía. No me imaginaba esta clase de dolor. No me imaginaba esta sensación que tengo ahora que escribo. Nunca antes había perdido una parte tan importante de mí. Y maldigo toda la sinrazón que me lleva a no poder quererte como te mereces siendo mi pareja, pero a echarte tanto de menos ahora que ya no lo eres. Maldigo la sinrazón de  no enamorarme de ti con locura y tener claro que quiero pasar el resto de mi vida contigo, y a la vez no poder hacerme a la idea de no abrazarte o compartir mis victorias, mis historias contigo antes que con nadie, para que tú hagas lo mismo conmigo. Noté todo tu calor, todo tu apoyo como nunca lo había sentido de nadie. Noté cómo te esforzabas por salvar todo lo nuestro día tras día. Nunca me había sentido así de querido. Y yo voy y te lo agradezco así. Debes pensar que soy un desgraciado, un monstruo, o qué se yo. Quizás aún no encuentras explicación. Yo tampoco, y mira que la busco. Te he cambiado todo lo que tenías en la cabeza de un día para otro. Contabas conmigo para todos tus pormenores, y ahora por inercia, aún de tu corazón debe seguir brotando esa sensación. Pero tu cabeza, acto seguido, te dice que no estoy, y entonces sientes esa punzada en el estómago, y el dolor en los ojos. A ti también te pasa, no?

Han sido muchísimas cosas. Y sabemos que todo va a ir bien y que vas a encontrar tu lugar. Me gusta pensar que puede que yo te haya ayudado un poco en tu camino. Desde luego tú a mí me has enseñado cosas que nadie nunca me había regalado. Ayer por la noche me dí cuenta mientras lloraba como un memo. Me enseñaste esta increíble forma de dolor y el valor del tiempo que hemos estado juntos; Ésta forma de sentirse vivo y agradecido de haber dado contigo.  Lo único que quiero ahora mismo, lo que deseo, es que no te arrepientas para nada de lo que hemos vivido, que te sirva para avanzar y que encuentres la felicidad  en cualquiera de sus formas. No mereces menos. Estás cargada de sueños y debes dispararlos bien alto para convertirlos en realidad. Y debes hacerlo por ti misma. Eso es lo que deseo, que sigas disfrutando de lo que te viene encima, que no es poco. Estás preparada para tener una vida mucho más intensa que la que has tenido hasta ahora. Y puestos a pedir, yo quiero ser, de un modo u otro, partícipe de ella.

No comments: