Soy un joven apacible y mar. Soy una brisa,
que mece las orquídeas, poco más. No busques en mi un predicador, o un jugador
que sabe los mejores trucos para ganar las apuestas. Solo soy un tío que va por
la carretera, he elegido una bastante desierta, y creo que me felicito. Puedo
considerarme sorprendente en algunos momentos, alguien que suele resistir a las corrientes, tengo mis gilipolleces,
y sé que no merezco que pierdan más tiempo del justo en mi. Las oportunidades
se balancean frente a mí. Algunas las aprovecho, pero la mayoría las dejo
pasar. Podría pasarme el día haciéndome promesas, podría decirme que no va a volver
a pasar esto o lo otro, pero en vez de eso, me dedico a disfrutar de mi propia
ilusión.
Podrías pensar que soy un maricón, y en
cierto modo es así. A veces me siento maricón. Ahora me siento maricón.
Sensible como una puta ante el primer polvo que cobrará. Pocas cosas hay más
maravillosas que sentir el dolor a flor de piel. Soy una maricona divertida y
amigable. No te imaginas lo mariconaza que puedo llegar a ser, ya te lo digo.
Pasamos días de ostentación, dueños de la playa, del mar, del color, de los
pepinos. Indulgencia a parte, suelo lamentar que mi cuerpo no me hable con más
frecuencia… pero supongo que tendré que vivir con ello. Soy tu conejito, soy tu
coñete cañero, soy nada. No soy ni no. ¿Quién soy? Ya te lo he dicho, nada, y
más nada al lado de la gran carcajada.
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