Monday, February 10, 2014

Hipnótico Standard

Te ves feliz. Yo sin embargo, llevo mucho tiempo sin serlo. Son las horas que me come el trabajo, son el ir de arriba para abajo, de abajo para arriba, el tiempo que me ocupa tener que izar la bandera, dar las gracias por existir a mi dios de manera, es el tiempo que me come fijarme en los demás, el ir de aquí para allá, el no parar. Verás, hay tanta gente en la que fijarse… lo más curioso es que si me fijo, lo suelo hacer por envidia o admiración. Muy pocas veces solo me lleva allí la curiosidad. Son demasiadas cosas en las que pensar. Y todas las proyecto hacia afuera.

Antes, cuando los mecanismos de mi razonamiento no los tenía yo tanto por la mano, cuando aún no sabía bien cómo funcionaba mi cabeza, me bastaba con vivir situaciones inusitadas en lugares irrepetibles. O ni siquiera eso. Un colchón hinchable en el comedor del apartamento de mis abuelos, y la compañía de buenos amigos. Las recreativas después, la película erótica de Telecinco a las 3 de la madrugada…. No sé, ese tipo de cosas. Son punzadas en el corazón.

Lo que más rabia me da, es que aún no estoy muerto. Tengo cosas buenas que ofrecer, y si algo me impide demostrarlo,  es mi propio miedo y la corriente en la que me he metido. No, no es que se me haya evaporado la inspiración y no vaya a volver.  A las puertas de los 30 aún se pueden hacer cosas buenas, pero cuesta más creérselo, o cuesta más que te dejen creer en ello, en ti mismo. A estas alturas, los teóricos deberes y las responsabilidades para con el normal corso social se hacen tan persistentes que  es muy difícil no dejarse arrastrar por lo que “debe ser”.


Llevo toda una vida librando una batalla contra este tipo de cosas, y mentiría si no dijera que la estoy perdiendo. Pese a todo, que no festejen demasiado. Aún no han acabado conmigo.

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