Tuesday, January 21, 2014

Mamá Kabuto y Gardel

Mamá Kabuto sale del comedor, mamá Kabuto irrumpe con fuerza y le dice al Gardel que tiene que tramitar mejor el tiempo, que tanto pasarse la vida  pensando en lo que mañana vendrá, la angustia por el cuello hace trepar, que el rollete este de pensar en lo que en dos horas será de uno, lleva a todas partes menos a lo que debería estar sucediendo en ese periodo de tiempo. Que tanto frenesí, tanto agobio le hace a uno perder los estribos.

Gardel recoge la merienda de Mamá Kabuto. Su sándwich sin corteza es tremendamente cortante para un alma tan pura y niña. En la terraza, le dice mamá Kabuto, en la terraza con los pies colgando al aire, u con la vista colgada en el firmamento. Pásate ahí ese par de jodidas horas. Tanto hacer y qué no hacer, coño. Hay que ver. Comete ese sándwich, saborea el queso y el jamón, y porfavor, cierra los ojos e intenta no pensar en nada más que en lo que tus sentidos te brindan. Siente a través de las texturas, los colores y el sonido.


Gardel es joven y está preparado para entender aunque no lo quiera. Cierra los ojos cuando se sienta en la terraza, y ni la niña más guapa lo va a detener ahora. ¡No te conviertas en mísero monaguillo, Gardel! Hemos venido para observar, pero no estamos aquí para recibir órdenes de nadie que no sea mamá Kabuto. No olvides divertirte, no olvides ser uno más cuando estás con los demás. Y cuando la luna asome y no haya nadie en la calle, vuelve tu mirada atrás sin dejar de caminar hacia adelante. Relámete de ser tú mismo entonces y estrangula la noche en secreto. Piensa en el camino, en la casa,  piensa en ser normal mientras te diriges hacia donde quiera que vayas. Pero piénsalo en secreto.

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