Noviembre o diciembre,
qué más da. Es la despedida a ti, y a la zona aquella dónde crecí pasando de la
post adolescencia a la parte que hay delante de la edad adulta. Recuerdo que
pisaba los mismos locales musicales que tú pisarías más tarde. Recuerdo que me
enamoré donde tú después te enamorarías, que besé allí dónde tu besabas. Recuerdo
también que cometí los mismos errores que tú ahora cometes. El problema, es que
cuando tú te equivocaste, lo hiciste conmigo. Yo ya era de otra generación, te
sacaba unos cuantos años, y quise vivir aquello que sucedía entre nosotros sin ningún
tipo de miedo. Sabía que tú no te lo ibas a tomar igual por tu parte, pero ¡qué
podía hacer yo? ¿Querer como solía querer hace 8 años, para así estar a tu
altura?
No pasa nada, ahora te
has ido, y yo lo llevo bien excepto en los momentos en que escucho la música
que tu hubieras escuchado si hubieras tenido esta misma edad que tienes, pero
ocho años antes en la historia. Lo llevo bien excepto cuando aprieta el frío
industrial, aquel que sentía en el polígono del extrarradio. No pasa nada,
cuando me asedia tu recuerdo, aprovecho para escribir, porque con todo lo que
se estropea, como aquella tontería de historia que tuvimos, siempre se puede
arreglar otras cosas, como esta tediosa tarde de noviembre en el trabajo.
Y por
mucho que digan los demás, yo prefiero que me hagas escribir a nunca haberte
conocido.
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