Mario mira los bloques desde lo alto de la cuesta; El precio de los edificios medio levantados se vuelve a recuperar; la lluvia nunca se asemejó tanto a una especie de gran lloro; un manto de tristeza que cubre la gran ciudad. La boina de contaminación se deshace durante unos días; sí, y Mario piensa en el verano; en todo lo que ha perdido por el camino y la falta de sueño que arrastra; cuatro o cinco días durmiendo una media de 4 horas justas. Ayer concretamente, durmió una hora a lo sumo: claro, había quedado con una tía para follarla hasta la saciedad, y para entonces ya andaba rendido; aún así se sorprendió de su buen papel y la potencia desplegada; se imaginó que la primavera tenía que ver con su vigor sexual del momento, se creyó un rey cuando oyó les gemidos incontrolados de la chica a la que penetraba mientras trataba –como podía-de avisarle de que se iba a correr. Mario disfruto del sexo puro; del sexo por sexo; Y saboreó como nunca cada una de las empitonadas; más que nada porque sabía que detrás de todo aquello no había ni trampa ni cartón, o lo que es lo mismo, no había ninguna explicación que dar, ningún sentimiento por el que rendir cuentas. Fue así de limpio; como la lluvia que baña la gran ciudad, esa lluvia que diluye la boina de contaminación que siempre había cargado la atmosfera de sentimientos no-gratitos, una boina que enrarecía permanentemente el ambiente. ¡Qué bien descargar en esa potra y no esperar una sola insinuación que invitara al acercamiento espiritual!
El compromiso ha sido desenredado y de una sonora carcajada me rio de lo que la humanidad tan harta de jactarse de sí misma, cree correcto.
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