Lo logran, y lo logran en un extraño punto de mi vida. Está bien, hablemos sin que el tiempo ni el lugar importen, hablemos como deberíamos haber hecho desde el principio, hablemos desde el todo:
Ella sale de el lugar equivocado y por eso me vuelve loco; me promete empezar por el sexo más prohibido; me dice que su corazón pertenece a otro, que lo que me puede dar es placer, pero que no pretenda mirarla a los ojos, no pretenda quererla. Que ella me lo va a enseñar todo porque me lo merezco, pero que ni se me ocurra enamorarme de ella. Se me abre en todos los sentidos; dice que me lo explicará mientras hagamos el amor; que me explicará sus circunstancias, las circunstancias por las que ama a otro y sin embargo me quiere probar como amante; y mientras tanto, mientras tanto descubro Airbag; y la concepción de la vida vuelve a ser prácticamente plena: cuatro cinco acordes tensionados, solo unidos por un hilo casi invisible, retan a la gravedad de manera prodigiosa; entonces veo las fotos que me ha enviado, y no la veo en el metro, no la veo enseñándome sus curvas ni sonriendo; la veo solamente bailando bajo la lluvia el día en que el mundo por fin toca a su fin; la veo diciendo que vaya con ella, pero que aún así nunca me va a amar; y entonces me abraza una tristeza que nada tiene que ver con lo triste; es una tristeza bella y llena de vida; una tristeza radiante que se moja una noche de lluvia intensa; ella me acoge mientras la harmonía se sigue manteniendo al filo de lo atrayente; esos son los 5 o 6 acordes prodigiosos que despiertan en mi sensaciones nunca encontradas; Es increíble notarlo; una canción que está por encima de la tristeza y la felicidad, del recuerdo incluso; una canción superior que coincide con el amor más bajo que se está clavando en mí; un todo en uno, no hay duda.
Después hay gente que se aventura a hablar de la vida, pero no osa nombrar a dios.
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