Que le zurzan a la puta España, que les zurzan a los putas fachas, que zurzan a todos aquellos que son cómplices, que son muchos más de los que creemos. Tú puedes ser cómplice sólo por ser un ignorante. Ya basta de quejarse por inercia; es hora de descubrir el raciocinio, algo que tanta falta nos hace en este país de gilipollas perdidos y de fascistas y tiranos. No me gusta decirlo; cada uno se debería dar cuenta por sí solo. Únicamente funcionara si se hace de esa manera; si nada se impone. Pero está visto que la gente aquí no se esfuerza por nada del mundo; lo fácil es dejar pasar el tiempo y creer que todo irá a mejor.
Yo supongo que lo mejor que puedo hacer es marcharme muy lejos; cansado de este orgullo patrio que no lleva a ningún lugar; sólo al odio, a la perversidad; Y después está ese horrible sentido de la posesión, destapado por culpa de la agricultura; esa necesidad de controlar un excedente que NO tiene porqué ser necesario ahora que sabemos en qué clase de monstruos nos convierte el poder.
Deberíamos continuar como en los inicios, donde no había relaciones estables, donde existía el verdadero amor en cada uno de los integrantes de un grupo; un amor que no se limitaba a la persona con la que ibas a pasar el resto de tu vida; porque ese concepto no existía; todo se compartía… pero no, no; hace tiempo que nos vencieron y nosotros no lo sabemos; hace tiempo que la partida la ganaron los de allí arriba; los de los coches caros, los de los patrimonios descomunales, los de los paraísos fiscales… Y nos han derrotado de la mejor manera, de la más implacable: haciéndonos creer que aún tenemos voz y voto… pero incluso esa voz y ese voto nos lo ceden conscientemente, para que de ese modo aplaquemos toda nuestra frustración o parte de ella de una manera que nosotros creemos que da lugar a alguna esperanza… pero no, esa voz y voto son estériles… porque esta batalla estaba perdida de antemano; la raíz del problema la hemos olvidado y ya ni se advierte… yo me aventuro basándome en conjeturas mías; pero nunca vamos a conseguir nada porque no exigimos lo correcto y lo que nos va a hacer ser puros; no exigimos ni la caída de la familia monoparental ni la caída del sentido de la posesión. Y mientras no lo hagamos, siempre acabaremos yendo por los mismos derroteros…
Por eso digo que el matrimonio, la entrega a otra persona para el resto de tu vida es un engaño; una necesidad más para ubicarte en el salvaje mundo del consumismo.
Yo me río de todos aquellos que se juran amor eterno, pues en realidad lo que están reconociendo es la aceptación de su sometimiento al capitalismo.
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