Entonces lo siento como un nudo en la garganta; algo que necesita salir, algo que he de vomitar. Entonces digo, “coño, si te apetece, adelante”. Entonces empiezo a enfilarlo; empiezo a notarlo; Empiezo a compartir los recuerdos más íntimos. No me preguntes cuánto va a durar; por favor, no lo hagas; déjame disfrutar sin pensarlo dos veces; déjame vivirlo igual que cualquier otra persona; déjame caminarlo, llevarlo encima, déjame estirarlo a lo largo de todo mi cuerpo.
No se trata de encontrar lo que espero, ni tampoco de que vaya excepcionalmente bien. No hay que mirar las barreras; nada de eso. Si ella te dice que lo ha pasado bien y entonces notas la felicidad en tu cuerpo, por favor, no te preguntes nada más. Sólo así consigues coincidir durante un tiempo con alguien en el camino.
Tienes ganas de repetirlo, de hacerlo mejor, de demostrar que aún hay muchas cosas que compartir. No hay que complicarlo, eso es lo que hay. Entonces, debes salir allí y correr, porque hay algo que es evidente: quieres dormir con ella. Y desayunar también.
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