A veces me pregunto qué es lo que nos queda de todo lo que vivimos; o más aún: Qué es lo que nos quedará justo en el momento en que nos tengamos que ir.
En qué pensaré; qué será lo más importante; Si tendré la sensación de haberlo hecho bien; si tendré algo que reprocharme, si habré sangrado lu suficiente; si habré visto suficientes lugares; si no me habré detenido en algún momento.
Yo tengo sed; sigo teniendo sed; no quiero quedarme aquí, no quiero conformarme aún; hay mucho que descubrir; no quiero postrarme comprando aquél piso con aquella chica; no quiero que el miedo a quedarme sólo me detenga; lo único que quiero es ser mi juez y mi responsable; mi único responsable; lo único que quiero es tener que rendirme cuentas a mi mismo; no quiero depender de otra persona; no quiero acabar así con todo lo que me espera; quiero seguir teniendo fuego en la cabeza, quiero seguir sorprendiéndome de mi mismo.
No quiero parar cuando se revele aquella sensación de la que todo el mundo habla descuidadamente: el amor; Qué sabrán de amor; Qué coño van a saber cuando encuentran tan fácilmente las palabras para definirlo; quizás se confunden y de lo que hablan es sencillamente de evitar la sensación de angustia que les produce quedarse sólo con ellos mismos. Si eso es el amor no lo quiero para nada; no lo busco como una respuesta a las preguntas de la vida; nunca he pensado en él como algo que se deba de alcanzar para entenderlo todo; quizá es al contrario; cuando logras entenderlo todo; entenderte a ti, es cuando encuentras el amor. Quiero pensar que es así.
Esa es la libertad que ansío; la de mantener siempre un pensamiento fuerte y desbordante que no encuentre diques en lo convencional o lo establecido; un pensamiento que solo atiende al respeto como único freno; al respeto por lo que merece la pena…
Es normal sentirse a veces solo cuando se piensa así; pero cuando coincides con alguien en el camino; sientes que nada va a acabar nunca; sientes que puede haber algo por encima de nuestra propia percepción; algo que crece cuando se vive acorde con lo que se piensa. Algo que no se puede decir que sea bueno; pero que hoy, te arranca esa sonrisa y te da un remanso de paz en esa continúa búsqueda de lo absoluto.
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