A veces corre un viento que no es viento. Es sonido, pero no es movimiento; Es el rebote de la ambulancia, es el amortiguado lloro del niño; la pared destartalada; la esquina que me ha visto crecer.
A veces me enjuago con fuerza, aprieto los puños, a veces quiero huir de cualquier parte. Y quién no; A veces no entiendes el mundo aunque tratas de ser puro y acercarte a lo absoluto; a veces no entiendes porqué te hacen pagar cuando no debes nada.
Como ahora, que he de ir hacia aquél cruce con Diagonal, para decirte que no podemos seguir así; que han sido unos meses encantadores, como tu cara; que aún hoy me sigue pareciendo espectacular. ¿Pero qué puedo hacer yo, si no me dejan elegir quererte un poco más de lo que te quiero, y lo que te quiero no se suficiente para seguir adelante contigo?
Siempre hablo de mí antes que de los demás. Es algo normal para alguien que se valora lo suficiente como para no ceder ante este mundo de salvajes ni un ápice de su autenticidad. Y por ello, sé que es tiempo de dejarlo, de mirar hacia otro lado, de evolucionar en el sentido positivo de la palabra…. Pero eso no quita que no me vaya a acordar de ti toda la vida como alguien que me acompañó en la mejor época de mi existencia; alguien con quien compartí algunas risas, más caricias y mejor aún sexo… Nuestra escalera siempre va a ser nuestra escalera; nuestras fiestas en gracia; las salidas por Barceloneta, los bares que ya nos sabemos con la palma de nuestras manos… Nuestra parte de Calafell… Sí, te debo una parte de mí;
Ahora no puedo hacer más que reír en tu nombre y desearte suerte a la vez que levo el ancla; ojalá tú también continúes con tu viaje y no te detengas; ojalá no dejes de aprender y evites acomodarte; ojalá perdure tu buen corazón por encima de todos los tiempos y ojalá, dios sabe que ojalá, aquella maldad que nunca percibí en ti; absolutamente nunca, ... Ojalá que siga en el otro extremo de la tierra.
Adiós.
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