Cuando nos unimos; nos unimos de una manera tan sencilla que seguimos corriendo cada uno en su bicicleta.
Tanta es la felicidad que me regalas últimamente, que no me hace falta tocarte para sentirte normal.
Soy el vuelo que se iba a estrellar. Solo que ahora me sostienen las manos de una piloto experta.
Cuando nos unimos, nos unimos de una manera tan perfecta, que con facilidad pasmosa regresamos a lo humano.
Tú me ayudas; tú me escuchas, tu me haces mantenerme como un conjunto íntegro.
Ahora te vas, después de darme una de tus vueltas favoritas. Te despido cuando todavía no me he caído pero ruedo como una peonza que pronto desistirá en su empecinamiento por mantenerse de pié.
Tienes tu gracia enganchada fatalmente para mí. Eres tan dura que te enganchas en el paisaje eterno que siempre mirare cuando quiera referirme a las mierdas de árboles preciosos eternos.
Los árboles... casi que me van a hablar y dudaré de si siempre son ellos, o es tu susurro que se esconde detrás.
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