Su boca sabe a tierra empolvada mezclada con agua, y además esta fría. Cada vez que la beso, noto que pierdo una parte de mí que ya nunca recuperaré. Me lleno de tristeza por haber vivido de una ilusión; un sueño.
Estábamos en el coche ella y yo y nos dió por hacer el amor. La tía, ni corta ni perezosa, dijo que como era de noche y estábamos en un descampado de la periferia, casi sería mejor hacerlo sobre el propio terreno irregular; ahí, clavándonos las piedras. Yo no se decir casi nunca que no. Esto es un importunio a veces, pero también puede ser algo bueno. La gente confía en mi rápidamente porque suelo decirles lo que quieren escuchar. La mayor dificultad de este arte, obviamente, es hacerlo de for a que ellos crean que les hablas con el corazón, que realmente no estás fingiendo. Sí, todo un arte. Un aré que q veces me lleva situaciones co
o esta: follando en un descampado deshinibidamente ella, a corriente de los vientos yo.
Besaba seco, besaba tierra y nunca llegó a ser lo que imaginé. Aún así, la penetré con fuerza y rabia. Me imagino que eso es lo que ella quería. Las luces de neón del hospitalet salvaje me custodiaban por enésima vez, y aunque en esa ocasión no estuviera solo, me sentí huérfano de lugares. En este sueño nunca amaneció, más bien sucedieron una serie de coches teledirigidos que parecían decirme "vuelve a tu colegio para morir en paz allí donde encontraste algo de sentido en la vida". Tanto es así que quiero que esparzan mis cenizas en el Lola anglada.
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