Quizá haya un momento para la calma y el césped. Coma césped por toda la cara, me restrieguen olor a césped, me carguen de hierba la boca.
Algunos dirán que si la hierba es de urbanización pierde todo la gracia.
Pues resulta que a mí me sirve igualmente la hierba de la urba.
Y ahí estoy. Por fin.
:
Mi lengua en contacto con la hierba, y tú con el pandero irlandés y la varilla. Entras en silencio al principio. Después le empiezas a dar. Bailamos simétricamente. Somos medievos aunque la hierba sea de la urba. Y por fin encuentro un lugar al que regresar cuando el mundo me satura: tu merced o regazo.
No sé aún hacia dónde voy. Como es habitual, no miro hacia delante. Solo escruto los laterales. Voy viendo pasar árboles, montañas y andenes. Creo que se hace así.
Tú, asientes desde el otro lado del coche y vuelves a sacar la pandereta.
Vuelta a empezar.
Y así probamos la hierba juntos.
Cosas peores se han visto.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment