Sí que puedo partir la madera, puedo sentirla crujir. Tienen algunos momentos en el escaparate que valen por muchos otros que definiríamos como normales. Entonces me desangro y mis pulmones se desinflan. Saben que no se van a poder ensanchar nunca más. Así sienta la pérdida de la esperanza. Pero de verdad que puedes volver a agarrar una bocanada de aire.
Nos podríamos ir por ahí un tiempo; no sé exactamente dónde. Podríamos dejarnos de historias ahora que nos sentimos fuertes. Ya llegará el día en que volvamos a caer. Hoy, solo voy a pedir que las nubes que puedan aparecer no las cree yo desde mi cañón de terror.
Después, cuando llega la tristeza no interpongo nada que yo haya creado. Cuando llega la tristeza me la pongo tal cual. Y ahora que viene la felicidad... joder...resulta que es como si necesitara conjuntarla con alguna pobre desgracia.
Estamos más perdidos que ayer, pero menos que mañana, y los riñones me duelen.
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