La mujer más inteligente fue la primera que me olvidó.
Eso es un hecho.
Y yo soy tonto perdido porque no soy capaz de olvidarme y sí soy capaz de olvidarme de muchas otras cosas, de quehaceres que conforman mi rutina: el lugar donde dejé las llaves, el compromiso que tenía esta misma tarde, o el correo elecrtónico que debí enviar.
Olvido lo que no toca olvidar. Soy tonto perdido.
Después no olvido cosas que debería, como mi propia persona, la que llevo arrastrando desde el día en que naci. Esa persona que no hace más que desorientarme.
Hay otras cosas que tampoco olvido, estas un poco más sencillas de explicar. No olvido y debería empezar a olvidar, a una chiquita de Nueva Jersey. Quizá lo más doloroso es saber que la voy a volver a ver dos días más, y que después dessaparecerá y no volveré a cruzar mi vida con la suya.
No es trágico el destino? a veces no se nos permite experimentar todo lo que deberíamos. La emoción y la nostalgia a veces son mucho más potentes que la percepción de la realidad.
Sé que se va a ir pronto, y antes la voy a ver dos veces más. Será como salir con un fantasma. O seré yo el espíritu al que le conceden unos últimos instantes con una persona querida? Me siento muerto cuando me pasan estas cosas.
La vida no debería consistir en acabar siempre diciendo adiós.
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