Las oportunidades son de hurañas como los gatos.
Los chuchos son los mejores amigos, lo sé: yo, en otra vida fui chucho, por eso ahora merodeo las puertas traseras de los restaurantes de la ciudad.
Pero las oportunidades son esquivas como los gatos: si dejas caer la mano, puntual y milagrosamente ellas te ofrecen su lomo.
En este momento en que no logro dormir de angustia, me es fácil creer en las señales. Craso error. Soy consciente de ello. Voy a tratar de gestionar de la mejor manera esta inusitada fe.
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