Antes se cruzaba los desiertos a caballo.
En cualquier momento te podía sorprender una tormenta de arena, pero eso no era lo más usual. Normalmente, el mayor temor de los viajeros, debía ser la soledad. Las primeras noches daban para escribir, los primeros días daban para adorar el paisaje... pero pronto se empezaba a echar de menos a los compañeros.
Oí que en la castilla profunda algunas mujeres debían vagar solas por tierras bastas. agrestes y peladas. Algunas llevaban atadas al regazo una especie de vara con cáscaras de frutos secos colgando de un extremo. A cada paso que daban, el chasquido de esas cáscaras, las arrancaba de la letanía y del pavor a lo eterno.
A veces, a pesar de la muchedumbre, paseamos en un desierto. A veces, incluso, cuantos más asuntos tiene uno en la cabeza, más sólo se siente. A veces uno se empacha de compromisos solo para cubrirse el verdadero rostro que llora.
La soledad es lo único que si no se busca, mata.
La soledad es lo único que si se evita alebosamente, desnuda indignamente.
Cuantas más decisiones he de tomar, más insanamente solo me siento.
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