A veces me dicen que hago las cosas mal. Que daño. A veces noto que no sé qué decir; cómo reaccionar cuando me acusan. Igual tienen razón, igual me paso de la ralla.
Ya no escribo como antes. De eso ya hace tiempo que me di cuenta.
No sé a qué he de renunciar exactamente. Pienso que me gusta pensar; llegar lejos en mis divagaciones. Me siento orgulloso secretamente si formulo alguna frase aparentemente incomprensible pero que tiene mucho sentido si uno se la toma con tiempo.
Eso no es suficiente para obtener carta blanca ante los demás. Pero esque no tengo más lastre que soltar. Ya soy un grandísimo actor y empiezo a perder la memoria. Ya no sé quién fui al principio. Quien era YO. Ya me cuesta recordarlo. Solo conservo los rasgos más crudos de lo que fui. Y cuanto más adaptado parezco, más loco creo que me ven, porque menos comprensibles son esos rasgos originales al brotar, esos arranques.
No tengo fuerzas para culparme. Me siento muy cansado. Me muestra cosas demasiado parecidas la vida últimamente. Nada demasiado alentador. Todos cuelgan las metas en lo alto de sus comedores, como cuando acicalas tu hogar para la fiesta de cumpleaños de tu retoño. Parece que se ve más claro lo que está lejos que lo que está cerca. Parece que con tener sueños en mayúsculas y alcanzarlos, aunque te lleve una vida entera, haya suficiente.
Así, te puedes pasar la vida conversando y sin disfrutar del acto.
No hay suficientes palabras para tanta explosión.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment