No hay más mierda porque no cabe. Eso deberían decir algunos. O deberían pensarlo.
"Días" y "desidia" tienen demasiadas letras en común.
Me muero por ir de nuevo al lugar fácil y común, pegarle puñetazos hasta hacer que escupa la bilis. El sitio de instante post-chaparrón. Las últimas veces he cometido el error de no pillar la bicicleta.
Vi a Patty de nuevo. La vi.
La vi en aquél bar en donde el año pasado ya trabajaba. Este verano andaba haciendo lo mismo; Sonriendo a sus amigas mientras servía copas; pareciendo tan resuelta y femenina; emanando carácter por todos los lados. Guapísima; como siempre. Pase por allí delante tres o cuatro veces, urdiendo escusas por si llegaba el caso en que reparara en mí y me preguntara "qué haces aquí, amigo de Alberto?".
Siempre ha andado tan enganchada a los momentos más plácidos y espectaculares de mi vida que irremediablemente, pensar en ella significa pensar en el mar, en las marranadas, y en los paseos de vulebar. Ella es la parte que más me gusta del capitalismo y del consumismo. Patty.
Tuve y retuve aquél móvil en donde batiste el récord jugando a "la serpiente". Aquél móvil que me regalaron mis padres y que fue el único elemento gracias al cual una vez capté tu atención. Batiste mi récord de "la serpiente". Yo nunca me atreví a volver a jugar. Cosas de niños maniáticos.
Oí que tu novio te trataba mal, te hacía daño mientras practicábais sexo. Eso a mi me iba grande. Siempre marginal en nuestros grupales encuentros, aquellos datos tan solo conformaban para mi los elementos de una obra maestra de ficción y dramatismo. Cosas que no pertenecían a mi pequeño mundo a pesar de suceder ante mis ojos.
¿qué ocurriría si te dirigiera la palabra? fácil lo tengo; no hay más que entrar en el bar en donde trabajas; el Miami.
Si te dijera algo, significaría para mí, lo que es para los personajes de lost encontrarse con ellos mismos en el mismo lugar y posición. Una paradoja de la realidad.
Patty, Patty, Patty; nunca supiste elegir tus amistades, pero lejos de caer en picado por la mala senda, lograste convertirte en mujer mayúscula; un carro blindado que ya no espera nada de los hombres, vacía de tanto llorar.
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