Thursday, September 20, 2007

Esquela 93: Historia Anclada

Esta es la historia que nunca acaba y que siempre empieza. Vamos, que siempre está enmedio, por culpa del puto tiempo que hace que te conozo quizá, quizá por tu cara siempre sonriente cuando está en frente de la mía. Sé que tienes unas intenciones normales a día de hoy... ya sé que no pretendes lo que pretendías los días de trivial en que insinuabas tan cerca de mis labios tantas cosas, que siempre perfectamente comprendí sin que me dijeras nada. Sigues siendo igual que cuando te vi crecer. No puedes depender solo de ti nunca, siempre necesitas a alguien a tu alrededor....

Recuerdo que una vez partia hacia una isla justo en el momento en que más te quise. Vi facil construirme a mi dejándote un poco en el olvido. Para entonces todo esto fue sencillo...

Pero ahora, después de tanto tiempo, tú has seguido apuñalando tu vida de harapo, queriendo tu historia de cartulina. Yo he ido desperdiciando mis contratiempos de oro y mis anécdotas pintorescas.

Al final vuelvo aquí y te encuentro; tú has triunfado tomando el camino sencillo, y yo fracasé en mi árduo recorrido... creo que a la postre, es mejor lo tuyo, la verdad.

Ahora yo te podría ofrecer un poco más que lo que en su día hubo, pero tú ya has saboreado muchas más fases de la vida que yo. No me quieres ver porque me da que te doy respeto y que soy una barrera que no tienes porque romper si puedes rodear. Pero tu cara de niña me anonada y mi hormigón cede para que lo sobrepases con facilidad, apesar de tú querer siempre rodearme, siempre rodearme, siempre rodearme, siempre roderarme, siempre rodearme.

Sea como sea, yo voy a llegar muy cansado al lugar donde está todo lo que pretendí. Tú quizá hayas llegado demasiado pronto al sentido de la vida y a la noción de identidad.

Miro a quien comparte contigo tu vida. No sé cómo sentirme. Puede que como un alumno desagradecdido, puede que como un profesor frustrado. Sea como sea, pude haber hecho más en su día, aunque no fuera necesario. Ahora, sin embargo, te digo que te podría regalar las propinas que me han dado reunidas. Quizá no significarían nada para ti. Pero tal y como tocas sin que te des cuenta mis brazos o mis piernas, tal y como brindas, - la facilidad con que lo haces-, la dulzura que las comisuras de tus labios predican y cómo se vuelven de chinos tus ojos, provocas un lamento mío.

Ya es demasiado tarde para ti, y aún sigue siendo muy pronto para mí. Una vez por accidente coincidimos y no me dió tiempo a quitarme las legañas de los ojos cuando tú ya te habías ido. Escribo a tu salud y por culpa de tanta cerveza. A tu lado todo hubiera sido tan sencillo que ahora contaría muchos años más de los que tengo y tantas menos dudas de las que me anegan.

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