Tuesday, September 11, 2007

Esquela 89: Un lloro

Si usted cierra los ojos después de un día duro de trabajo en la ciudad, la escuchará llorar. No me pregunte el qué ni porqué. Usted lo sabe tan bien como yo. Había iglesias, fueron diciendo, antes de que el mundo se pusiera a desatar sus lágrimas.

Sonaron alarmas, también explicaban. Pero ya era demasiado tarde.

Hace mucho tiempo que la tierra se estaba quejando. Hace tiempo que sus frutos nos lo comentaron. Cometimos el error de creer que incluso ella giraba alrededor de nosotros. No cerramos los ojos a tiempo. Ciérrelos usted ahora, por favor. Ciérrelos y escúchela llorar. No queremos que algo así vuelva a pasar.

Hay mucho griterío en cualquier lugar de trabajo. Me dijeron que había hospitales y que las cortinas hablaban, pero sólo los que estaban al borde de la muerte cerebral atendieron al mensaje que nuestra madre nos lanzaba. Los demás, continuamos cruzando genéticamente alimentos. Sé que ese no es el problema, lo sé. Pero esque la extenuamos. La tierra nos lloraba y la olvidamos como el hijo que no recuerda que sus padres le han hecho.

La tierra se cansó, y como nadie cerraba los ojos para ecuchar sus ruegos, empezó a acumular todas las lágrimas que le debíamos... y las convirtió en el diluvio que ha acabado por extinguirnos. Y aún somos lo suficientemente hipócritas para desoírla por enésima vez. Aún creemos no depender de ella.

Construyeron iglessias, me comentaban, los estúpidos de ellos construían iglesias para canalizar toda su fe. Con lo sencillo que era llorar por la tierra... pero en vez de eso, los gilipollas miraron hacia el cielo y lanzaron en el sentido opuesto las oraciones.

Lo único que hemos recibido son las lágrimas acumuladas de nuestra madre, cansada de que no la hayamos sabido querer.

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