Wednesday, May 02, 2007

El testigo de la esperanza

Podría ser una película.
Podría estar metido en ella.

Bailaríamos ambos, no con los pies. Sí con las palabras. Derrotaríamos a Rafa Nadal en tierra batida, si el granate anaranjado de la pista fuera un sencillo guión de cortometraje.

¿Has sentido alguna vez cómo funciona una coreografía de palabras, interpretada a dos?

Es como si al dejar de hablar, siguieras pensando con palabras. pero es que no las piensas, si no que brotan de otro lugar. Ese lugar eres tú.

En muy poco tiempo me vinieron cientos de escenas espectaculares a la cabeza: Noches destartaladas en desvalijados parques de atracciones, perritos calientes en el caminillo que se pierde en la espesura de la arboleda del parque central, pequeñas constelaciones en tus filtros de tabaco que no atino a memorizar...

Yo no sé si nada es verdad, pero esta vez ojalá pueda comprobar si hay algo detrás de mi, o todo esta detrás de mi cabeza. Hay mucho, hay mucho que descubrir, cual espeleólogo adentrado en la gruta humana espiritual.

No me quise acostar contigo. lograste que no me importara tener la casa vacía, taladraste a mi peor enemiga lo que duró el colchón de tu norte, contra el que dulcemente me estampé para salir rebotado hacia en donde ahora estoy: el punto más alto de la expectativa, allí donde tuteas al testigo de la esperanza.

Empieza la caída: es tarde, estoy cansado y mañana, entre Paseo de Gracia y Aragón,-del lado de la montaña,- me espera una realidad humana. Un "Sí, la vida misma puede saber a película" o un "la película no esta en la vida, sólo en tu cabeza".

Nunca tuve tan claro que en la búsqueda de los límites, no existen las medias tintas.

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