Tuesday, May 22, 2007

Me hiciste

Como si se tratara de un laberinto. Un laberito vertical.

Todo va sucediendo, y mientras la rapidez del alrededor se trata de filtrar por cada uno de mis huecos, obtengo fe desesperada. Fe en la existencia de un refugio naturalmente privado.

Las cosas no están saliendo bien. Lo de más cerca se desmorona, y ya no me puedo pretsar tiempo solamene a mí.

¿En eso consiste, verdad? En eso consiste todo... en prestar tiempo a los demás, para pudrirnos como ellos.

Y una mierda. Delízate por mi brazo y vuelve a mí. La angustia de verte perdida ahora la empiezo a comprender. Es la primera vez. No eres mi alrededor, ni eres nada que esté fuera de mí. Tú eres mi otra parte, la que me vió salir de allí, la parte de antes. Eres el meandro que me precede. Diferente y femenino: hueles a mí y yo a ti. Eres una pequeña parte en forma de respuesta a las preguntas que no sé ni sabré formular. Eres mi punta y me dueles si te hacen daño.

Eres un hospital grande y vacío, con los ventanales abiertos y las cortinas blancas hondeando. Y desde allí salté, y no me digas ahora que te vas a caer. No me jodas ahora, tierra bella mía, no me vayas a joder.

Todo te lo debo y me deberé lo que te pueda pasar, tierra demasiado bonita. Te quiero ver reír siempre, porque tu felicidad es mía, porque si tus aguas bajan empantanadas, yo me empantano. Todo lo que arrastras, yo me lo meto. Todo lo que llevas, lo llevaré. Todo lo que sueñas, es mi condena.

No quiero estar así. Sal para arriba y sé de nuevo.

Un beso.

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