Esquela 48: A Risto Mejide

Lo noto. Corre por las venas. Es una sensación casi idéntica. Pero esta vez no me he inyectado nada. Lo noto, lo noto, pega contra las costillas, pero no he ingerido nada. Lo noto, lo noto, un escalofrío por el espinazo... justo como un cachorro... me eriza la piel irremediablemente.

Yo, como todos, cometo el error de preocuparme demasiado por mí. Y olvido todas las cartas importantes que se han escrito en cualquier otra parte del mundo. Me ilusiono creyendo que destilo amor, me obsesiono con correr detrás de los demás, pero a la vez, me empecino en no ser el último.

Como ganado. Como ganado. ¿Había una cometa preciosa? ¿A caso la había? Nadie se ha fijado. Me tranquiliza ser igual de gilipollas que los demás.

Pero a veces, cuando leo la prensa en silencio -recostado en mi butaca-, cuando fumo de mi pipa caoba, cuando el silencio danza a mi alrededor, y la brujería que se desprende del resultado de la suma de todos y cada uno de mis componentes nerviosos al conectarse entre sí es percibida por mí como pura poesía esperando a que la vista de palabras....

Puedo ser capaz de enamorarme de las historias del mundo. Puedo llegar a emocionarme por los actos que hizo alguien que no conozco ni conoceré... puedo llegar a pensar -a través de aquellas personas que se empeñaron en hacer de su vida un sueño -, que no soy un cabrón más; que también yo puedo ser especial.

Entonces, voy, me miro al espejo, y sólo me veo a mí. Me noto limpio. Soy yo, sin nadie más. Soy yo, sin el ser para los demás, que es el que habitualmente creemos que conforma nuestro límite como persona. Me desprendo de ellas, me desprendo de ellos. Qué momento tan grato. Qué confort en la habitación.

Te lo recomiendo, amigo, siéntete limpio. No lleva mucho tiempo, solo un poco de dedicación. Sé tú, Y desilusiónate de la vida despojándote de ella. No te vas a sentir precisamente feliz. Tampoco te sentirás triste. No te sentirás insignificante, ni mucho menos extraordinario.
Solo te sentirás tú.

Inténtalo.