Tuesday, October 03, 2006

Esquela 32: Mal de amigo

Este corazón alado que llevo preso en el pecho, se da de (h)ostias contra mis cotillas, como lo haría cualquier pájaro sabedor de la libertad, aún sin haber salido de su jaula en la vida.

Este es un mensaje de ánimo para la clase más apolítica de la tierra. También para la más campechana. Este es un mensaje para mi compañero de picos.

Decidí que quería que todo el mundo supiera que pese a que mi corazón se atonta con tanto golpetazo, no teme a la amnesia, porque a mitad de sus ventrículos, lleva tatuado el nombre de su amigo. Su amigo pipo.

Vamos, amigo. Estás febroso, pero tus padres te han visto crecer sano y fuerte. No les defraudes. Aprende de la carpintería y respeta las curtidas manos de papá. Los callos jamás fueron un credencial tan noble y honesto.

Yo no hago más que lo que haría el senil de un viejo: recojo las migajas de pan que hay sobre el maltrecho hule. Las reúno en la esquina de la mesa, y las barro con una mano, meintras con la otra hago una forma de cazuela.

Allí poso lo restos de la cena, o las grafías. Allí poso las palabra más modestas de la tierra. Y no por ello carecen de fuerza. Al contrario. Si bien no sé si llegarán lejos, estas letras tienen una intención franca y concisa, y esque hay cosas que no se olvidan:

Padre, Giglips, Galán, mejores tiempos correrán, y no por ello hemos de esperar a izar las velas.

Que te sea leve la fiebre de gusano informático.

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