Monday, April 03, 2006

Esquela 12: El apéndice de los agradecimientos

El reloj acabó por caer de la mesita. Se hizo añicos y no tocan las siete de la mañana todavía.

El mundo a veces parece tan apacible... Hay momentos en que, si te giras en el instante adecuado, lo puedes ver desnudo. Ves el mundo desnudo. Si tedas la vuelta sin avisar, y miras atrás, puedes escuchar como respira. Es cómo una criatura indefensa que llora en una cuna de madera. En ese momento justo la tierra es preciosa y vulnerable.

A las siete de la mañana del día de la fiesta nacional que sea, en el lugar más apartado del territorio, el Sol no ha empezado más que a dar sus primeros lengüetazos a un cielo harto de grabarse en la piel los deseos de toda la población humana.

A esa hora, pillas la tierra desprevenida, no tiene tiempo para ti, ha de atender los pensamientos de todos nosotros, tramitarlos, transformarlos en pequeñas motas de polvo, en billetes de avión, en pequeñas carteras de cuero, en cuerdas metálicas para tu guitarra.

¿Puedes llegar a comprenderlo? A veces las cosas buenas no llegan en la forma que las esperas.

Le has de prestar algo de tiempo al mundo, has de darle las gracias por nada. Ser educado, y darle las gracias por nada! Absolutamente nada! Nada de nada! Nada; Nada de nada en absoluto.

El mundo te toca la piel cada día, las lunas y los soles primero vuelan alto, y después caen.

1 comment:

Carla said...

Muy bonito este último escrito. Me ha gustado mucho eso de que la tierra tiene que atender nuestros pensamientos! Mi pensamiento actual es en comerme un helado al sol pero no va a poder ser pk he de hacer un maldito trabajo...quizás mi deseo tb se va escampando por ahí...y alguien lo recicla y se lo come él. Aunque pensándolo bien, ojalá todos los deseos fueran simplemente comerse un helado...

Espero que vaya bien el examen! Tus chuletis al poder! nos vemos!