Sagrado Dolor

A veces creo que la amargura del sudor no tiene ningún sentido; que su salado no me lleva a ninguna parte; no ha sido el esfuerzo portador de la recompensa; más bien de un absurdo:

No me culpas cuando pongo mi mano en tu frente, te aparto el pelo. Me gusta cuando no me pides explicaciones, y sólo aguardas un beso mío; ofreciéndome tu espera en forma de anhelo; las motocicletas dibujando líneas en el horizonte; la aceleración de la ciudad; los neones, los chasquidos, la derrota se amplifica y se vuelve magnífica.

Yo estoy sólo, y tú me esperas; y a pesar de que sabes que no voy a encontrar consuelo en las luces, me mulles. Sólo soy un preadolescente adquiriendo el sentido del pudor que le causa la vida. Tus labios son la sábana que he encontrado de camino; aquella prenda a la que no voy a dar importancia hasta años adelante.

Msi fracasos, hoy, son mayores. 

Hoy es un buen día para quedarme en casa colocándome. Sin nada que decir ni hacer, apesadumbrado por una gilipollez de compromisos. Hoy es un gran día para derrumbarme y sumirme en la nada; Para subestimarme y creer que no tengo nada que aportar y que todo en lo que me basé es falso. Hoy es un buen día para olvidar la fe en el talento.

Es un buen día para utilizar tus labios sabiendo que no voy a obtener nada a cambio, para rajarme por dentro y vomitarme encima tuyo, vaciarme de dolor, abrirme las entrañas y extenderlas calientes y furibundas sobre tu piel. No espero ningun tipo de clemencia,  comprensión; no espero ni el más oscuro de los regalos; la lástima, no espero ni que te molestes en compadecerme. No resultas un redento. Lo sabía desde el principio; pero la incomprensión y el desespero más puros me empujan hacia ti, y aunque no pueda volver a existir mediante el lugar que eres, pienso que me representas.