Tuesday, September 18, 2012

Al final del camino aburrido

El tiempo se me acaba, lo noto. Ha sido un placer, pero ahora me he de ir. Demasiado discreto para estar aquí. Esto es un error. Demasiadas pocas plumas que lucir. Demasiadas pocas ganas de trepar por trepar. Demasiado espacio para la paciencia, la comprensión, y mucho más aún para el virtuosismo. Mi tiempo se acaba, no tengo mucho tiempo. No todo lo que me llevo es malo. Hay algo bueno, o eso quiero pensar. El tiburón hace tiempo que me eligió como apetecible carnaza, pero hasta ahora había encontrado otros torsos ocasionales que desguazar con sus fauces herrumbrosas pero implacables. Ahora ya ha llegado hasta mí y tiene muchísimas ganas de acabar con esto. Me huele, y yo me huelo mi otra vida. Siente mi sabgre caliente, y yo me imagino que quizá lo que venga después sea un poco mejor. Se acerca mi momento y él sonríe y mueve la cola de júvilo. Se frota las manos y se alborota como un chimpancé encaramado a su jaula. Roza la histeria durante un instante mágico, pero pronto se contiene.


Hoy quizás no dicte sentencia, quizás mañana. También husmea mi miedo. Es un perro malo, yo soy sólo la rama seca.

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