“Esta puede que sea la noche” Eso es lo que siempre me repetía durante aquellos años; entonces paseábamos por el clot, Entonces paseábamos por los suburbs; la noche no hacía más que empezar; entonces nos llevaban en coche, entonces reteníamos aún algún fotograma de juzgado de guardia en nuestras cabezas; Andorra, vallirana, el punto de encuentro, Willy Deville, la sede, y porfin solo aquello que merece la pena a mi lado.
A la hora de la verdad no me sorprendió que faltaran tantos de mis amigos. Tampoco les culpé. Ellos sencillamente entendían la manera de vivir de forma distinta, a saber: todas aquellas aventuras sencillamente se habían convertido en recuerdos que era impensable recuperar de cualquier manera. Para mí, por desgracia no era así, puesto que creía que las directrices habían sido marcadas desde el momento que fui niño y adolescente, y el resto de la vida, no hacía falta más que seguirlas en cierto modo; en la medida de lo posible.
Ahora soy un tipo definitivamente solitario, en parte porque lo he elegido, en parte porque me han obligado; Permanezco vivo gracias a mi cabeza y conservo aún ganas de crear. Nunca a mi alrededor hubo alquien a quien considerar parecido a mi. Nunca encontré el ambiente adecuado, pero quizás por eso el resultado es así de bueno.
Y conforme pasa el tiempo, les echo menos de menos. A mis amigos, digo.
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