Tuesday, September 13, 2011

Memorias de una existencia gris

Qué bien me siento, qué ligero y abandonado, qué dado…

No peso nada, las preocupaciones más angustiosas y estériles se han quedado de camino. Ya sólo quedo yo, limpio completamente. Las líneas están definidas de nuevo, y es curioso haber llegado hasta aquí casi ya sin ganas de odiar.

No tengo a nadie que odiar. Es curioso que el sentimiento que más espacio ocupa en mi corazón sea el de lástima. Lástima por quienes se hicieron una idea equivocada de mí. No me importa. No es su culpa. Me equivoqué yo al elegir este lugar. Ellos pertenecen a este mundo y son felices con lo que pueden arrancar desde esta oficina.
Les veo llegar a la oficina contentos, con ganas de batallar contra el día que se les echa encima… parece que han encontrado todo lo que necesitaban en esta lidia. Con un poco de suerte –piensan – no tendremos que darle vuelta alguna al sentido de la vida hasta que nos acostemos.

Y después, me ven a mí, contando las barras de la bandera americana… Desde fuera puedo parecer muy tonto. Lo sé. También sé que ese parecer se paga caro en un lugar como este. Pero no tengo fuerzas para cambiar, si lo que me espera por ser el mejor aquí dentro es un aumento de 2000 euros brutos anuales. Ese me harán creer que es un gran premio. No culpo a quién nace con la vocación, a quien encuentra el reto de su vida aquí dentro. Este es su espacio. Casi le envidio. Yo he intentado encontrar mi lugar en estas mesas, pero apenas sigo como el primer día. No he estallado. Es verdad. No he ofrecido nada bueno. Miento. Algo sí. Lo poco que ofrecí se lo apropiaron, pensando que sería incapaz de defender mis propias ideas. Este es el mundo en el que ellos viven y yo me encuentro sin existir. Un mundo que va demasiado rápido para quién quiere engalanarse con los mejores detalles de la vida.

Aquí no hay ninguna cosa que me llame demasiado la atención. La gente ha elegido sus parejas, sus casas, y sus pequeñas aspiraciones. Yo, por el contrario, sigo siendo algo romántico. Y no pido huir lejos de aquí. Solo abrir un espacio que aún nadie haya abierto. Y así voy a hacer. Así lo voy a encontrarme de nuevo con la mejor versión de mi mismo. Una que conocí antes de entrar en esta oficina. Una que cantaba sin miedo, una que se hacía respetar allí donde iba…

Algunos, los más estúpidos y cortos de mira, pueden pensar que me rendí… ¿Pero qué significa rendirse cuando luchabas por una causa que nunca fue la tuya?

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