Wednesday, September 07, 2011

¡Más ceniza para las flores!

Vamos a ver lo que pasa en la ciudad, vamos a ver qué pasa de cerca. Vamos a verlo antes de que ello nos pille por detrás, antes de que ello nos vea a nosotros. Vamos a correr como el viento y vamos a recortar el día. Vamos a ver qué partes podemos cambiar, cuáles se pueden solucionar, cuales conservan su esencia. Cuáles son genuinas aún. Vamos a ver qué pedazos se pueden seguir amando con la misma intensidad. Vamos a amontonar todos esos girones, esos retazos de humanidad que aún se puedan conservar. Que sean limpios aunque estén cubiertos de polvo. Como el polvo mismo como elemento central de la adolescencia. Qué “todo” tan puro. Como la tarde que cae sin preocupación, así me gustaría estar a mi. Como el sol que nunca rebota. Me gustaría volver a encontrar los pilares originales de mi existencia. Ahora me siento sobre un montón de alfileres de tantas cosas pequeñas que me sostienen. Me siento desorientado de dolor. Me duele tanto todo que he perdido la voz. Mi alma anda desorientada y pocos puntos –los de siempre- permanecen en el mismo lugar que años atrás. El torbellino de la propia deriva ha arrasado con casi todo, y como imponentes rocas que atraviesan el mar desde dentro hacia fuera con incesante violencia, aparecen las piscinas de siempre, los suelos de pequeña piedra, o la misma patty. Muchas cosas continúan indemnes, pero no tengo tiempo de abrazarlas siquiera. Allí están, como islotes en la tormenta.

La vigorosidad, la miro. Miro la vigorosidad. Miro lo que queda de ella, una curva tímida de lo que fue una existencia llena de fuerza y de ganas de machacar las superficies más duras. Porque lo duro es lo que más se acerca a la eternidad. Ya lo dice la palabra. Duro, - durabilidad, eternidad- Yo nací con la ilusión de ser eterno. Es obvio que tal ilusión haya desaparecido incluso como tal. Lo que no me imaginaba es que con su desvanecer también se iba a desvanecer la fuerza de la inspiración, la potencia de la creación, el elemento en definitiva, que más motivos me da para que siga adelante.

Eternidad e inspiración, tan fuertemente ligadas. Son conclusiones a las que llegas a la vez que te das cuenta con una risa tonta y melancólica en la cara de que cuando eras adolescente el mayor de tus problemas era follarte a alguna nena.

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