Viene el Octubre. Viene como una paloma morada y redonda. Viene haciendo "cu, currucú, cuu, cuuuu, cucurrucú"... como las mejores palomas.
Viene tan gracioso como siempre. Colgando de su espalda mis mejores hazañas veraniegas. "No te creas, Octubre, tonto, que te tomo por estúpido". Sé que te gusta que se piensen que eres un inútil. Tú mismo te cuelgas esas cosas en tu espalda.
¿qué es más divertido, reírse de un tonto, o reírse de quien te toma por tonto? Adoro la segunda opción. Esa vulnerabilidad humana es enternecedora.
Viene Octubre. Te sonrío, pero no me río.
¿Cómo he de cuadrarte?
He de empalarte? he de hundirte en el cemento de la próxima época de bonanza?
Qué me ha pasado estos últimos días? Que no sé a que juego. Atino a descifrar rostros debajo de mis besos, que son como la hojarasca que derrochas por los cielos, Octubre. Acierto a ver los lugares en que debía haber vida. Ahora resultan vacíos. Pero precisamente hoy no me siento muerto.
Huelo el octubre, el otoño, huelo toda la contención ya sabida. me vuelvo a sentir vital, vuelvo a sentir como la cabeza me estalla a su manera. mi cabeza y su júbilo. Mi vida y su miserabilidad. Son cosas que van de la mano.
Solo uno. Solo un pensamiento he tenido este verano. Descascarar los deseos de uno es descascarar a Dios. Eso es lo que he pensado.
Y vuelven los días de radio, vuelven las idas y venidas. El frío; los chaquetones. Vuelve esa paloma morada; la única que pude aguantar. La frase, bordada en la bandera de siempre: "qué será de mí?" retumba con vigorosidad en mis sienes. Octubre se cierne y mis fuerzas más tristes afloran. Me acerco más a mis emociones, a mi espesura.
Octubre me ha venido.
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