Entran mil historias en la UVI.
Recuerdo con especialmente en el ocaso de mi vida, la que tuve contigo.
Éramos delicados. Éramos como cisnes pacientes en un lago desierto. Teníamos todo el verdín del mundo para nuestras postales. Los árboles siempre languidecían a nuestro alrededor. Oscuros e inescrutables ellos.
Siempre sonriéndonos, siempre creyendo que era tarde. Nunca existió un tiempo para nuestra historia. Decidimos de buen inicio que nuestro momento pasó. En nuestro diccionario no existía el todavía.
Ahora que me he de despedir de mis memorias decido darte un puesto importante.
Qué calma llevabas dentro... la que ahora necesito en mi vida. Qué gran espectadora eras, con tus cigarrillos y tu tristeza. A tu lado todo caía, a tu lado el alcohol perdía su sentido y el café se volvía precioso.
Qué calma sentía siempre a tu lado. Justo la que ahora necesito. Ahora que solo quiero mirar pasar la vida. Ya no hay sitio a tu vera, nena. No, no, ya lo sé, fue culpa mía. Estoy en una etapa, por fin, en que sé que hay cosas que he conocido que va a ser difícil superar.
Bailas?
No dejaré escapar ninguno de los cierres de tu bar. Siempre estaré allí la próxima vez.
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