Tuesday, June 26, 2007

Esquela 75: Todo bien. Todo mal.

Tengo siempre algo clavado que solo se me infecta cada vez que te vas.

Son muchas las ocasiones en que tú, yo, o ambos, desaparecemos del mapa. Después, pasan días, semanas, y cada uno aprende a retomar el hilo de su vida. Como si nada hubiera pasado.

Bueno, no se si exactamente funciona así.

Me escribiste cosas que me han llegado a emocionar, y hoy, que aún te siento dentro, me revuelco en mi desdicha. Ya sabes que es como me gusta. El dolor que me das, sirve para que me entren muchas fuerzas y quiera gritar, quiera escribir, dibujar, o inventar algo genial.

Hacía tiempo que no sentía SER para otra persona a través del lenguaje de las caricias, y me doy cuenta, como viene siendo habitual, que ha sido de nuevo gracias a ti. A veces, cuando bromeo con lo de los críos bañándose en los ríos, pienso de verdad que va a ser la única forma factible de obtener una felicidad plena. Es divertido que sea así.

Me lamento por haber bebido tanto la última noche que estuvimos juntos. Yo no sabía que iba a encontrarme con lo que siempre me encuentro una vez me lo encuentro. Hay cosas que por mucho que se rescriban siempre parecen nuevas. De haber imaginado que iba a ser todo tan fantástico durante unas horas, me hubiera tragado solo la sal y la arena, o la misma toalla, si hacía falta. Qué vergüenza que tú misma me lo tuvieras que recordar, aquello de la toalla. Una vez me hiciste caer en ello, pensé qué miserable que es la misma memoria y qué poco que vale mi cabeza, si solo con tu ayuda puedo recordar los mejores momentos de mis últimos meses, o de mi vida. Qué más da.

Ahora, como pasaría justo en los últimos instantes del concierto de rock que más he esperado, noto como las estrellas caen sobre mí, el cielo se cierra y mis deseos esculpen un rayo de felicidad que procura escapar de todo lo que se me cae encima.

Siempre viene pasando lo mismo.

Vuelves a tomar tu vida de la mano, y esta vez ya no hay nada que te haga regresar.

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