Thursday, June 21, 2007

Esquela 74: De donde vengo.

Te tengo que decir una cosa, Milú-lu-Luna. Las cuerdas de mi guitarra nunca se llegaron a romper. Se quedaron herrumbrosas. Hay quien disfruta escuchándolas así, balanceándose estridentemente, perdiendo la piel.

Si no morí ayer cuando aquél coche cruzó, me debería sentir afortunado. No hay ningún zaguán en donde tenga sentido andar con la camisa abierta. No circulan los perros por las aceras residenciales. Tampoco llevan collares con el nombre de sus dueños.

Sólo una vez se olvidó de acordarse de su persona, y de repente entendió que la cultura no es fruto de la humanidad, si no que las personas somos el cáncer de las culturas. Y claro está, todos los dioses se tornaron de papel. Porque su lugar lo empezó a ocupar, firme, quien debía.

Las culturas nos han provocado. Y nosotros somos peces planos para ellas.

Ahora que todos estamos tan mezclados, ahora que una nana de Donegal se convierte en un hit para cientos de barceloninos, las culturas tiemblan. Somos horribles.

Pero ya tomaron su decisión: nos enviarán al espacio. Nos repartirán entre diferentes planetas, y todo volverá a empezar. Nuevos colonos; nuevas culturas. Supervivencia, dicen ellas.

Las culturas se ríen. Nosotros,-sus frutos-, nos creemos el paradigma universal. Ellas han estado apunto de perecer. Casi nos las comemos, pero han encontrado el remedio para sobrevivir. Nos lanzan al espacio para asegurarse larga vida, y nosotros... Nosotros somos el puto ombligo del mundo.

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