Las agujas del reloj van sumando. Siempre jodiendo,
tocando las pelotas, avanzando implacables hacia el mismo sentido. Me sabe mal
reconocer, pero así va a ser difícil que recuperemos lo que alguna vez tuvimos.
Antes que declarar mi aprecio hacia ti, me
gustaría poder hilvanar todas mis memorias con total precisión. Sobrevolarlas
con absoluta nitidez.
Podría verte. Entonces podría verte y
sentirte. Me gustaría recordarte con tanta fuerza, que pudiera volver a aprender
de ti. Siempre de ti. Ojalá cada recuerdo fuera una bofetada de realidad. Ojala
pudiéramos viajar tú y yo a solas. Tengo la sensación que no te he pensado lo
suficiente desde que te fuiste. Tan jodidamente ocupado con pura mierda. Pura basura.
Puro asco. Esta vida, vivida como la vivo es puro asco. Y tu luz, que no está,
ya no lanza destellos por los que trepar. No emana la esperanza en forma de
palabras que parecía susurrarme. “eh, desde la autenticidad todo va a ir bien”.
Tú me enseñabas esa clase de cosas sin
saberlo. Cuántas veces lo habré pensado. Cuánto me enseñaste sin saberlo, sin
tú saberlo.
Quiero depender exclusivamente de lo que sembraste
en mi memoria, quiero tener que hacer el esfuerzo cada día de tener que
imaginarte, quiero que si por poco que sea, se desvanece levemente alguna de
nuestras vivencias juntos, sea para fundirse con mis ilusiones, que al fin y al
cabo también son tuyas.
Eras una abuela de cojones.