Thursday, December 04, 2014

El hangar de la imaginación

Sólo tengo 30 jodidos años y renqueo desde que tengo consciencia. Giro mi cabeza hacia mi hombro derecho, la agacho y la elevo mientras babeo. No es que este senil, es sólo que soy un quejica. Hoy que llueve, las promesas llegan con más dificultades hasta la estratosfera. El lomo de mis sueños se llena de gotas cargadas de partículas de arena del desierto del Sahara. Como un colibrí de alas mojadas, a veces a mis sueños, les cuesta lanzar una trayectoria decidida hacia lo más alto, hacia el lugar donde aspiran a convertirse en realidad. Hoy, con tanto agua, tanta humedad, el cielo tan tapado, sigo lanzando pensamientos por doquier. Los veo alejarse con dificultades, Algunos incluso, caen unos metros más allá de donde emprendieron el vuelo. Otros flaquean, descienden torpemente, pero logran reemprender la trayectoria correcta. Es una cosa curiosa, cosa de la naturaleza, que cuantas más dificultades proponen los elementos para detener mis ilusiones, más las diversifico en cantidad y tipología. Estoy contento de que sea así. Cuestión de supervivencia espiritual, supongo. Por eso, los días como hoy, sueño fuerte y me paseo por el hangar de la imaginación orgulloso de ver mis maquinas preparadas para despegar. No dejan de entrar prototipos de ilusión, todos llenos hasta los topes del combustible de la esperanza. A veces me sorprendo, ya lo dije de lo maricón que puedo llegar a ser. Me gustaría ser un maricón asesino, que no un asesino maricón. Pero bueno, de momento me paseo como el presidente de una gran compañía, por las instalaciones desde las cuales mis mejores deseos salen despedidos. El hangar de la imaginación.

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