Tuesday, December 02, 2014

El código de París


El indigno, allí, tomando su café, resguardado del mundo que no se cree… En ese mismo bar, también hay restos de mi juventud. También hay pedazos de un muelle fluvial del Sena. Sí, están los cigarrillos, tu ausencia. Viene a ser, a día de hoy, un destello a pesar de toda la ceniza que te envuelve. ¿Dónde estarás hoy? La verdad es que en realidad no me importa. Cada uno sigue su camino. Lo nuestro nunca fue demasiado traumático, aun así, llevabas toda la nostalgia por la espalda. Es imposible haberte conocido y desprenderse de ti. O de lo que emanabas. Nunca nos acercamos apenas. Incluso cuando los dos quisimos, nunca nos acercamos. Y sin embargo, pude notar perfectamente entre el vaho, la humedad, el frío, los destellos de los faros con los que me pedías ayuda. Noté cómo quisiste que te salvara. Sí. Y no acudí. Demasiadas cosas en la cabeza, supongo.  

Ahora que ya soy mayor, prefiero hacer las cosas a mi manera. Estoy por perder el tiempo. Cuando dudo, prefiero recordar nuestros muelles fluviales. Sobre todo en invierno. Me sienta muy bien recordarlos. Lo nuestro nunca se empantanó, sencillamente nunca llegó a suceder del todo. Es una historia muy ligera.

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