Domingo por la mañana, te limpias la mierda después de haber
trabajado duro. Es la vuelta a la oficina el día antes. Tienes que atender
llamadas y tratar de mantenerte ocupado, tienes que correr por una vasta
llanura cabeceando a tus rivales, que son tus amigos. Hace sol, tratas de
entender qué es lo que ha ido mal. Sabes que no lo vas a acertar. No es la primera
vez que te pasa. Has perdido el conocimiento durante 48 horas y ahora de nuevo
tienes que salir corriendo por los prados. No tienes fuerza para desear el mal
a quién te ha hecho mal, pues lo ha hecho sin querer quererlo. Al final lo ha
querido, porque estas cosas se quieren. La mente no tiene capacidad de
decisión.
El lamento, el ultimo lamento consiste de nuevo en la poca
paciencia, la mucha velocidad. Ayer por la noche pasé el coma más largo de mi
vida. 12 horas que me hicieron suspirar de dolor varias veces y me hicieron
preguntarme qué clase de maricona soy.
Ahora ya me siento algo más atado a la cordura de siempre.
Tendré que follar para desquitarme. Aun no tengo ganas de follar para
desquitarme, pero este miércoles puedo tenerlas. Aún duele. Duele mucho, y los
planes, los planes siguen ahí amontonados. No es que no hubiera nada que
demostrar, es que no hubo tiempo para demostrar nada interesante. LA edad del
consumo de emociones me estrangula.
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