Cientos de gatos y chuchos se amontonan en las callejuelas. Escena
recurrente donde las haya. Cuando el invierno aprieta, el helor arrecia y las
fiestas se aproximan; los pequeños detalles parecen cobrar importancia. Hay mucha,
muchísima gente que no tiene donde ir, donde cobijarse del frío; los cajeros,
los portales, se convierten en moradas improvisadas. Los cartones son tesoros
valiosos, serán la colcha de esta noche y la de mañana, si llega el mañana.
Nosotros, los de bien, nos llamamos por teléfono los unos a los otros, nos
enviamos mensajes, hablamos de nuestros problemas como siempre hemos hecho.
Queremos que se preocupen por nosotros, y nosotros tratamos de preocuparnos por
los nuestros. Pero ahí fuera anda una muchedumbre sin nombre a la que nos hemos
acostumbrado a ignorar. Son personas, eso lo sabemos. Personas como nosotros, pero
que han perdido el anhelo de ser recordadas. Personas que han renunciado a
todas esas gilipolleces que a nosotros creemos que nos mantienen en pie. Pensamos
que pensamos en la familia, los amigos, en nuestros seres queridos. Pero no es
en eso en lo realmente que pensamos cuando decidimos que hemos de seguir como
seguimos. Cuando decidimos seguir como seguimos, es porque pensamos en el miedo
a caer al vacío, en perder el reconocimiento, el prestigio social
alcanzado. Las personas que nos quieren
deberían, digo yo, estar ahí siempre.
Todos estamos preparados para dar lo mejor de nosotros mismos. Pero
amenudo nos equivocamos, raras veces llegamos a la expresión final del amor,
que no entiende de lazos ni vínculos. Tampoco de fronteras. Solo entiende de
injusticias. Porque el amor de verdad es justo y frío. Implacable como el
propio invierno.
Así que quizá, ser buena persona no consiste en lo que nos explican aquellos
que tenemos más cerca. Consiste en una búsqueda individual que debería
llevarnos, ojalá no me equivoque, a un lugar común. Porque cuando hablamos de
valores absolutos, como el amor y la justicia, es más sencillo de lo que parece
encontrar la respuesta a cualquier
pregunta.
No comments:
Post a Comment