Ni siquiera la respuesta, ni siquiera merecí aquél tipo de compensación;
ni siquiera el respeto, ni siquiera alguna forma de aprecio. A veces las
personas somos tan poco humanas, que uno siente envidia de los atardeceres, de
la curvatura que dibuja el sol en el firmamento mediante cualquier manido lapse time. A veces, incluso para mi, es
extenuante este mundo. Te vacía como si fueras una gallina descabezada, y
después has de recoger los restos de lo que una vez fuiste. Todos esparcidos
por las ciudades que te han visto pasear con ella.
He recibido, me ha tocado recibir más incertidumbre de la necesaria, me
ha tocado llamar a una puerta y esperar, cuando debería haber corrido como un
niño. Yo también sé jugar a no tener memoria, a borrar de mi expresión
cualquier atisbo de emoción. Y si está es la lección, si es que la hay, si es
una lección, no entra en mi cabeza. Estoy hecho para otras cosas. Ahora sé que
estoy hecho para otras cosas. Ahora sé un poco mejor cuáles son mis valores.
Uno de ellos, es el de no juzgar. Colinda con el respeto, es enemigo de la
incertidumbre que me baña. Esta
sensación de que estoy vivo, que ya la conozco bien, es un poco distinta hoy. Si
bien en otras ocasiones he podido demostrar algo, por descorazonador que fuera
a ojos de los demás, esta vez me han robado incluso ese privilegio. Andaba cogiendo carrerilla y me tumbaron
algunos espontáneos. No tengo fuerzas ni para dejarme llevar por lo que escribo,
ni para emocionarme por la pérdida. De nuevo me encuentro únicamente contra las
malas formas. Deseando colocarme solapas y lucir gemelos. Como si así
demostrara cuánto ansío la amabilidad.
La lesión de messi no ayuda, tampoco mi ausencia en el salón. Mi demencial
fase en calafell es preocupante. EL grupo trastea como siempre, el avance es exasperante de tan nimio. Se ciernen las luces de la navidad, y no tengo dinero
suficiente para comprar toda la tecnología que quisiera. La tecnología
necesario para llevarme bien con el mundo de hoy. Una vez alguien me dijo que
si compras muchos elementos tecnológicos mueres en vida, pero de forma placida.
Digamos que te mimetizas con el alrededor, pero siempre incapacitándote para
interactuar con las emociones humanas más autenticas. Te gradúas a cero. Dejas
de existir sin hacer ruido, no molestas a nadie. La melodía de tu desaparición
es dulce; como que suscita sonrisas sin saber muy bien porqué… para ti tampoco
es doloroso… bebes leche en el colegio, tienes problemas y te vuelves reactiva
a la lactosa, los días pasan, sales de casa, de allí al cole, del cole al
teatro, del teatro a a los bares, en los bares los conocidos, y entre los
conocidos un desconocido, una mirada, una sonrisa y ninguna palabra. De allí a su casa, de su casa a tu terraza, de tu
terraza al desespero y de allí a la barandilla. Equilibrios en la barandilla, y
entre la confusión, quizás un hueco para mí. Y si ese hueco sirve para que te
quedes un rato más entre los vivos, te juro que me voy a sentir bien.