Thursday, August 08, 2013

Ayrton en el aire


El choque fatal, las ambulancias tardaron poco en llegar, apenas segundos; pero no pudieron hacer nada por tu vida: San marino se la llevó, el griterío de la multitud se cortó en seco justo después del estruendo. Todos lo supimos. Tu cuerpo inerte, tu cabeza inclinada e inmóvil; el tren inferior del coche, desintegrado; María Escario, siempre haciendo uso de su prodigioso sexto sentido, se apresuró para cambiar los espacios de deportes dar así máxima prioridad a lo que acababa de suceder; se iba una referencia para niños como yo, y un corredor de leyenda, con nombre de super héroe, se dejaba la vida en la carretera, como él mismo hubiera elegido desde fuera de la existencia; te convertiste en mito; y la curva que truncó tu existencia, en la cola del diablo. Ya nos dejabas tú, huraño, controvertido, temerario al volante, pero apasionado, profesional, caliente, vocacional; El loco que hacía que se me saliera el corazón a cada trazada; el grande de Brasil, el hombre del pueblo y del mundo.

Algunos aseguran sentirte en sus manos, otros dicen que estás ahí arriba en el lugar que tienen reservado para los fenómenos de verdad, sonriendo, despreocupado, compitiendo con las nubes, a ver quién hace rugir antes el firmamento, cayendo más rápido que la lluvia, doliendo más que el granizo, circunvalando el sol desde la parte más limpia de la órbita.

Te llevas una época y le colocas tu esencia, cambiamos la curva para conservar tu espíritu, añadimos seguridad para recordar que nada nunca es en balde cuando eres legendario, y los pilotos, y los no tan pilotos miramos ahí arriba, allí donde solo tú puedes hacer abarcable lo inabarcable.


Hoy no sé porqué, me has golpeado la memoria. Pero sí sé que pasaste, que me ocurriste en su día, me impresionaste, y que quizás esta nostalgia repentina que siento ahora mismo, sea el viento que le sacude a uno instantes después de que el más rápido pase por delante de suyo.

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