En contra de los tatuajes, debo decir. Un tatuaje, una derrota. Quizás no es para tanto. No. Hay gente que lo siente, hay gente que realmente necesita tener ese dibujo grabado en la piel, más allá de lo que puedan opinar los demás. Pero siento decir que ese no es el caso de la mayoría. Un tatuaje, una derrota. Sí.
La cosa, a mi parecer va así: uno se tatua por la necesidad que siente de diferenciarse de los demás. Renuncia a cultivar su talento en el campo que sea, descartando por ende una forma de destacar limpia y verdaderamente gratificante. En vez de eso ataja tatuándose el cuerpo. Es esta una manera de ser distinto en la que no se ha de invertir esfuerzo alguno. No es necesario potenciar ninguna faceta personal para ser reconocido. Solo esperar a que el tatuador acabe su trabajo.
Un tatuaje, una derrota. Nunca una forma de arte habrá hecho tanto daño a la sociedad. Nunca una forma de arte habrá servido paran adormilar a las masas, o peor aún, para hacerles creer que ya tienen aquello que anhelaban, aquel objetivo para la consecución del cual hacía falta transgredir las normas.
¿Cómo era?
Ah, sí:
Un tatuaje, una derrota.
Ah, sí:
Un tatuaje, una derrota.
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