Thursday, October 11, 2012

Aún hoy


Aun hoy por las esquinas de las grandes residencias, por los rincones de las grandes urbanizaciones, hurgo con mi nariz hasta el fondo de los vértices; muevo las manos en el aire y trato de retener una capa fina de electricidad estática que debe ser lo que tú dejaste a tu paso; porque algo debiste dejar;

La bicicleta, y el camino de tierra. Elementos siempre presentes. El pase en profundidad, allí en la pista del frontón. Alberto se desmarcaba, yo apenas miré. Fui Laudrup durante unos segundos magníficos. Después volvíamos sudados, y deseaba ver a Nuria en bañador saliendo de la piscina; Deseaba que me tratara con desprecio si hacía falta, pero que me dedicara, al fin y al cabo unas palabras. Carlitos, su hermano menor, jugaba conmigo en el parking a pelota, ella nos reñía porque su moto estaba aparcada muy cerca. Yo sumaba 14 años. Imagínate;

Hablo de esa sensación, esa es la que se ha ido y no va a regresar. Ese olor a libro de texto salido del horno, esa primera vez, hablo de ese sol que quemaba de verdad; directo a la piel.

Eso no va a volver, mucho es que no lo haya olvidado, que recuerde la sensación aunque ya sea incapaz de revivirla. Otros habrían seguido su camino. Pero yo sigo ahí, junto a Miguelón, al Frentudo, al rey del futbolín. Ahí sigue Macario Chufa Doble Valdufa . Yo fui un héroe a mi manera. Lo importante es que yo lo creyera.

En la pizzería Héctor era tratado con respeto, labrándome un futuro entre los grandes; época dorada hasta que llegaron Abel y compañía, los esbirros de Patty, la princesa de Calafell. Mis sueños se empezaron a desintegrar la primera vez que me enamoré. Justo cuando entraba ella, mi alma salía por la puerta derrotada. Aquello era demasiado para mí; jugando a la serpiente, tratando de batir el récord de puntos sólo para tener algo de que hablar con ella. Jamás lo logré. Y ella siempre fue la puta malcriada que conocí con 16 años. Apuesto a que lo sigue siendo. Tan eclipsada por su propia belleza y por los encantos y ventajas del mundo más machista, no ha sabido cultivar su espíritu. Ojala no sea así. Ojalá me equivoque. Su mirada ausente cada mañana, ya con 20 años, allí en el café; Su madre la acompañaba. Yo pasaba por allí para ir a trabajar y rezaba para que me mirara. A veces lo conseguía. Ella hacía un gran esfuerzo, era como si librara la batalla más sangrienta contra el destino, como si luchara contra su propia naturaleza perfecta: Levantaba el labio sin cambiar la expresión de sus ojos: Me estaba sonriendo (vía el más venerable desdén).

Yo aquí sigo, perenne yo en mis percepciones. El mundo no es capaz de cambiarme. El mundo humano no puede conmigo. Sigo como el puto primer día. El puto primer día que descubrí que si yo mismo era de alguna manera, era exactamente esa. Esa que es esta. Por eso homenajeo la verdad absoluta, esa a la que no podemos llegar como hombres. Porque mi impertinencia ante el temporal me hace creer que por lo menos me acerco. Me acerco a lo absoluto porque aún hoy no he cambiado nada.

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