Todo lo que viene de repente se suele ir también sin la mayor explicación; Y el vacío vertiginoso del hueco que deja algo suma e inesperadamente intenso es lo que ahora casi palpo ásperamente.
Y me hablan de nostalgia los nostálgicos, y me fundo con una serie de hojas, de ramas, de otoños, me fundo con el propio piso donde vivo... me fundo con una especie de poder muy cerca de lo espiritual y cuestionablemente racional. Me atrevo a admitir que puede que haya algo de magia en las cumbres de las montañas, en los claros más profundos de los bosques... quizá sí hay algo que danza. Y hoy me siento partícipe de la evolución propia de las piedras que me observan.
No hay nada más que un vacío enorme; una enorme duda que no me ayuda en absoluto. Algo que me hace querer cambiar todo lo que he arastrado estos últimos meses: una vida prefabricada, una pasión apenas aplacada, una rutina convincente y una resignación que he logrado enterrar pese a que sigue ardiendo con la misma fuerza de siempre.
Eso es lo que he conseguido? conformarme un poco más? tener porfin la dudosa percepción de que lo que me queda por delante es ya casi menor que lo que he vivido? Es quizá ese miedo a perder todo lo que considero prefabricado lo que me hace quedarme aquí? Qué contradictorias son las sensaciones y qué puro es el discurso.
Es la juventud que me nace desde las arrugas de un corazón que ha olvidado asustarse de tanto que se asusta... Y va caminando por ahí, dando bandazos. Ni le preguntan ni quiere que le pregunten. Solo espera, aunque no sepa el qué.
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