Monday, December 04, 2006

Esquela 42: Cumplemuerte

El niño al principio se oculta tras el regazo de su madre.
Asoma media cabeza, tímido.

La bestia le clava los ojos.

Para él eso es un monstruo horrendo.

Su madre le acaricia tiernamente la coronilla. El niño entonces la mira. Ella le devuelve la mirada junto con una cálida sonrisa. Le da un suave empujón en la espalda.

El niño se deja llevar. Da unos pasos poco a poco. Muy inseguro. Lleva los brazos ocultos tras la espalda. Se detiene a dos metros del engendro de Belcebú. Levanta los ojos. La bestia se agacha. El niño puede sentir su hedor. Su aliento. El cuerpo del demonio es formidablemente voluptuoso, de manera que al inclinarse, acorta un metro la distancia entre su cabeza y la del crío.

El niño se trata de controlar. Lo consigue. No desvía la mirada.
Es entonces, es entonces, cuando pone al descubierto sus manos, ofreciendo al Diablo algo que llevaba oculto en ellas, tras la espalda.

Un montoncillo de guijarros.

"Mis huesos son para ti", le dice a la bestia.
"Mis huesos son para ti".

La bestia acerca la palma de su grotesca mano.
El niño posa los cascajos en ella. Y aprovecha para acariciarla.

La bestia es horrible. Una cara desfigurada, de cebadas protuberancias. Roja como el pimentón toda ella. Brillante y aceitosa. Unos dientes afilados, encias ensangrentadas y boca horizontal. Tiene cuencas muy hundidas. Pero apenas se vislumbran los ojos. Solo dos bolillas negras que chispean de rabia en su centro.

En efecto, cierto aspecto bovino.

Y así vendo mi alma.
Así, como un niño el día de su cumpleaños.
Solo que en vez de soplar las velas de la vida, ofrece los huesos de su muerte.

Es el cumplemuerte.
Es el cumplemuerte.
Es precioso.

Más bonito que todos los aniversarios del mundo.

Porque solo cumplimos uno en toda nuestra existencia. Justo cuando se consume.

Y Satanás utilizara nuestros despojos para alimentar a sus perros granates y rabiosos.

Siéntete honrado.

"Mis huesos son para ti"
"Mis huesos son para ti"
"Para ti"

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