A ver. A ver si yo mismo deshago mi propio nudo. A
ver si me queda algo claro. A ver si puedo ayudarme, a ver si me doy un empujón
y salgo a la pista, a ver si de una puta vez, creo que lo puedo hacer mejor que
nadie, a ver si me puedo encargar de mis propios asuntos, a ver si puedo dejar de
preocuparme por cosas que ni siquiera existen…
A ver si soy capaz
de dejar de esperar algo por parte de aquellos que pueden apretar un botón suma
facilidad para borrarme de su memoria, a ver si aprendo a dejar de ser una
madeja de hilo para un puto gato, o un muñeco descorchado para un tigre
aburrido.
A ver si me harto de
gritar por dentro y si me canso así de aprender la lección, pues soy capaz de
repetir todos mis errores de carrerilla aunque no sirva de nada… A ver si
aprendo a dar el paso de verdad, a guardar los haces de nuestra historia.
* * *
Después se me
ocurrió que aquello por lo que me había desgañitado, aquello en lo que había
creído, era justo lo mismo que reprochaba a los demás:
Traté de convencerla
de que se quedara a mi lado mediante el sentido común, la razón y la fuerza de
la estabilidad en una relación, a la vez que argumentaba que aquella otra
persona que colmaba sus pensamientos no la haría mejor.
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¿Pero un momento,
qué hay de mí? ¿Sería mejor yo con ella? ¿A caso mi obsesión por ella es más legítima
que la de ella por ese desgraciado? Yo tampoco elijo, al quererla, lo mejor
para mí. Elijo el desgaste y el sufrimiento. Eso sí, a cambio de una garantía
que ella no posee entre sus anhelos hacia ese memo: La sensación de sentirse en
casa.
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