En la ciudad parametral del llanto, donde cuando llueve se llora; los cristales son tecnología punta inclusive.
Ella llega, deja la bolsa llena de compra en la comoda, lluev. Las aronaves sobrevuelan la línea, el aire permanece cargado de vapor. Ella se estira, tiene muchas llamadas a las que responder, pero hoy no les va a hacer caso; tiene una flor preciosa en el centro de la sala de exposiciones, su sala de exposiciones particulares. Aquí la muerte es un elemento a la altura del resto de las emociones. LA tecnología también llega a los hospitales, la robótica coloniza las partes humanas menos delicadas. Blade runner se acercó bastante a nuestra realidad. El llanto permanece, yo me siento vacio y necesito un baño burbujeante. Oriente y occidente se han mezclado del todo, pero no hay maldad. Sorprendentemente aquí no hay maldad, sorprendentemente este vacío emocional, ahora que lo siento, me hace sentir mejor que en mi propia realidad, aquella donde no dejas de sentirte feliz o triste. Aquí todo es estético, todo es buen gusto. No hay nada más. Bailamos.
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